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AEGIPTO

La pintura en el antiguo Egipto

La pintura en el antiguo Egipto

La pintura Egipcia

Una de las facetas de mayor relevancia en el mundo artístico de los egipcios fue, sin duda, la pintura.

Los análisis practicados a las pinturas plasmadas en las paredes de las diferentes tumbas egipcias, nos han aportado datos importantes para conocer las técnicas empleadas, constatándose que los pigmentos de colores, una vez pulverizados, se mezclaban con substancias orgánicas como la goma arábiga, la clara de huevo o la cola de pescado.

La pintura mural en yeso sin fraguar es una técnica muy conocida desde la Antigüedad. Se llama fresco porque en principio, la pared que ha sido enlucida con yeso se revoca con varias capas de cal, y cuando la última capa está todavía húmeda, es cuando se pinta sobre ella. Esto hace que al secarse la cal los pigmentos queden integrados químicamente en la propia pared, por lo cual su durabilidad se vuelve muy alta. Por contra, la intensidad de los colores se ve un tanto atenuada. Ahora bien en Egipto con su clima seco y en tumbas que durante siglos se han mantenido ocultas sin que les afecte la luz ni agentes externos que las degraden, ha permitido que en muchos casos se conserven con alto nivel de preservación, casi me atrevería a decir que como el día que se pintaron.

Este tipo de pintura requiere un trabajo extremadamente planificado, ya que no admite repintes: el maestro traza el plan general de la obra, y día a día, se enluce la parte que ha de ser pintada. Ha de ejecutarse en la misma jornada, debiéndose terminar al detalle el fragmento enlucido, para al día siguiente continuar al lado. Esto requiere preparar sistemas de andamiajes para que las cuadrillas de pintores puedan trabajar en posturas poco adecuadas, a mano alzada, directamente sobre el techo, muros verticales o incluso curvos. No es frecuente que un solo pintor se encargue de la ejecución de los frescos, dada la rapidez que exigen las condiciones técnicas de este método. Lo habitual es que, un maestro dirija a una serie de especialistas, y él se reserve las partes más importantes: diseño de la composición y realización de las figuras más importantes.

Los egipcios, cuando procedían a la decoración de una tumba, en primer lugar extendían una capa de "muna", un yeso obtenido por la mezcla de cuarzo, arcilla, piedra caliza y paja triturados, de forma que formase cuerpo con la pared soportando las capas posteriores. Proseguían con una segunda capa más ligera de yeso, llamada "hiba", conseguida con arcilla y piedra caliza pulverizadas, para finalizar enluciendo las paredes con un velo de cal para blanquearlas.

A medida que la superficie de pared tratada era ultimada, se iniciaba su decoración que realizaban dibujantes, escultores y pintores. Los primeros, bajo la supervisión de un dibujante-jefe, dividían la superficie con una retícula (tal como se puede apreciar en algunas tumbas que quedaron parte de sus pinturas si terminar y en esta fase) formada pintando líneas finas ayudados de plomadas y carboncillos.
Existe otra variedad de fresco, llamado "fresco secco", o retoque "alla secca". Aquí se pinta sobre el yeso ya fraguado o seco, lo cual implica el peligro de que la capa al ser rehumedecida y secada rápidamente de nuevo con la pintura se agriete o abombe, deteriorando los frescos. Como ejemplo os diré que Leonardo Da Vinci practicó variaciones de la técnica, que no siempre terminaron bien, como es el caso de su obra La Última Cena, deteriorada a los pocos meses de que el polifacético maestro italiano la finalizara. El fresco secco permite, sin embargo, una mayor precisión en los detalles, admite la posibilidad de rectificar mediante retoques posteriores y ofrece una gama de colores muy suaves y delicados, por lo que se explotó abundantemente durante el periodo Barroco.

Volviendo a Egipto, el verde era el color de la vegetación y se usaba para expresar el concepto de "regeneración"; de verde se coloreaban todos los elementos vegetales y el rostro de Osiris, dios de los muertos, que había vencido a la muerte resucitando para vivir en el mundo del más allá.

El negro se obtenía con facilidad del carbón de leña mezclado con grasas de animales. Se usaba para representar los cabellos humanos, barbas y pelucas, pero, al ser también el color del betún usado en el proceso de embalsamación, estaba asociado así mismo a la idea de la muerte y a la de una preservación eterna. Con este color se representaba a Anubis, dios de la embalsamación asociado al más allá.

El amarillo, rojo y cobrizo (derivado del rojo), se obtenían de los ocres, arcillas finas con una gran proporción de óxido de hierro que las colorea en estos tonos según que el óxido sea hidratado o anhidro. El color amarillo simbolizaba el oro y la carne incorruptible de los dioses; con él se coloreaba la piel de las divinidades femeninas así como la de las mujeres egipcias y los elementos de joyería. Se obtenía moliendo ocres amarillos en cuya composición entraba el hidróxido de hierro o mezclando estos ocres con oropimente o trisulfuro de arsénico, un mineral muy raro y apreciado por los egipcios, que importaban de Asia.

El rojo era el color del Bajo Egipto (región del delta) y simbolizaba el fuego y la sangre; con él se daba color al disco solar y en cobrizo, la piel de los egipcios. Se obtenía triturando almagres que contenían óxido de hierro anhidro o utilizando un mineral llamado rejalgar, en cuya composición se halla el sulfuro de arsénico. Es un mineral de color rojo, lustre resinoso y fractura concoidea (fractura de los cuerpos sólidos que resulta en formas curvas), que se raya fácilmente con la uña, y es una combinación muy venenosa de arsénico y azufre.

Por último, el blanco era el color del Alto Egipto (región que abarca desde el vértice del delta hasta Assuan) y representaba la plata. En blanco se pintaban las indumentarias de los dioses, las mortajas y vendas funerarias y las prendas de lino. Se obtenía pulverizando carbonato cálcico y sulfato de calcio, aunque si deseaban obtener un blanco intenso, para representar las prendas de lino más finas, utilizaban carbonato de magnesio.

Los pinceles y brochas estaban fabricados con fibras vegetales atadas con cuerdas eran de tamaño y grosor diverso, como es lógico, según el tipo de trabajo a realizar; así, los más gruesos servían para enlucir las paredes y cubrir de pintura el fondo de las mismas; los de tamaño medio para rellenar de color las figuras y los más finos para perfilar los contornos y corregir los acabados.

Las paletas de los pintores eran habitualmente de madera de acacia y de sicómoro, ya que se trata de árboles autóctonos y muy abundantes en la geografía egipcia; tenían normalmente forma rectangular y disponían de seis espacios ovalados para contener los seis colores ya citados.



Un cordial saludo.

Jc Bukowski

 

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